El Romanticismo en la Literatura Ecuatoriana
La corriente de arte y pensamiento dominante entre las élites en la segunda mitad del siglo XIX fue el Romanticismo, que apuntaba al desarrollo de los placeres íntimos, del teatro y las bellas artes, de las tertulias y veladas literarias. Los jóvenes se dedicaban a leer poesía y a escribir pensamientos. La afirmación de la libertad y la creatividad personales frente a las convenciones permitieron el desarrollo de la subjetividad femenina que pudo dar rienda suelta a sus emociones, lo cual estaba mal visto por algunos clérigos, para quienes la literatura y la poesía rompían un orden en el que la mujer cumplía un rol doméstico.
José Joaquín de Olmedo, puede ser considerado como el precursor del romanticismo en la literatura ecuatoriana, por la búsqueda de libertad, los valores nacionalistas y la exaltación de las raíces y el pasado que se muestran en su obra.
Entre 1830 y 1845 nace y se forma la primera generación literaria ecuatoriana que merece formalmente el nombre de tal: generación tupida, seriamente dedicada al quehacer literario, reflexiva y lúcida, y con conciencia y vinculaciones generacionales. Esta generación naciente fue Romántica, la que pronto conoció el auge, para en poco tiempo desaparecer.
En lírica, los principales representantes del Romanticismo son: Dolores Veintimilla Carrión, Numa Pompilio Llona, Juan León Mera, Julio Zaldumbide y Luis Cordero. Es en esta época que se publica la primera antología de poesía ecuatoriana, “Lira Ecuatoriana” de Vicente Emilio Molestina.
Mi fortuna
Juan León Mera
Siempre avara conmigo la fortuna
de mi alcance sus dones ha alejado;
a perpetua pobreza condenado
por un capricho fui desde la cuna.
Mis locas esperanzas, una a una,
cual seductores sueños han pasado;
pero nunca en mis ansias he llevado
al pie de esa deidad queja importuna.
Con otro don divino estoy contento,
no comparable a material tesoro:
mi noble corazón y mi talento.
De mi Patria a la gloria éste dedico,
y a la tierna beldad a quien adoro
mi corazón entero sacrifico.
Pero, fue la obra “Ojeada histórico-crítica sobre la poesía ecuatoriana” de Juan León Mera la que influiría sobre la generación y que marcaría su cambio hacia el neoclasicismo.
Queda entonces como única representante pura de esta corriente literaria Dolores Veintimilla de Galindo. Julio Zaldumbide, en cambio, logra la fusión del romanticismo con lo neoclásico.
(Ambato, 28 de junio de 1832 – Ibídem, 13 de diciembre de 1894) |
La prosa romántica en el momento de su plenitud cuenta con insignes figuras. Juan León Mera, publica una novela de argumento indígena, Cumandá (1879), muy celebrada en su época. Se resiente de su sentimentalismo, lindante con la sensiblería, pero tiene ciertos valores literarios, sobre todo las poéticas descripciones de la selva virgen y las costumbres de los indios jíbaros. Otros relatos de Mera son Melodías indígenas (1858), La virgen del Sol (1861), sobre la destrucción del imperio inca, entre otras.
Mera fue crítico, poeta, folklorista ecuatoriano. Autodidacta, amante de la literatura, el folklore y la pintura. Antes de los veinte años dominaba el quichua, idioma que facilitó sus estudios folklóricos. Es considerado precursor del folklore americano. Su obra Cantares del pueblo ecuatoriano es la más amplia y completa recopilación de cantos y coplas amatorias, religiosas, morales, tristes, etc., fue publicada en 1892. También es autor del Concepto sobre las artes, Últimos momentos de Bolívar, Poesías devotas y nuevo mes de María, Catecismo de Geografía de la República del Ecuador, entre otros.
«Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
¡gran Pichincha! preven tú la muerte
de la Patria y sus hijos al fin…»
Fragmento de la sexta estrofa del Himno Nacional del Ecuador.
Además, no podemos olvidar de Mera que es el autor de la letra del Himno Nacional del Ecuador. En la que se pone de manifiesto el espíritu de exaltación a la patria y los valores de libertad.
«…nací libre: al salir al mundo recibí el baño de la libertad, y en mi alma resplandeció una aurora divina, anuncio del favor con que la ley de redención quiso protegerme. Nací libre, por eso lo soy; nací libre, por eso no gimo bajo el yugo de la servidumbre, y mi alma se encumbra por las regiones altas, al paso que mi cuerpo se contonea sin temor de cadenas ni mordaza ».
Juan Montalvo, El Antropófago (1873).
(Ambato, 13 de abril de 1832 – París, 17 de enero de 1889) |
Juan Montalvo Fiallos, aparece como uno de los mejores estilistas hispanoamericanos. Escribe poemas, dramas y relatos, pero resalta en la producción de ensayos, en los que, alrededor de un pensamiento o idea, teje pequeñas obras maestras del estilo. Su obra más famosa se titula Capítulos que se le olvidaron a Cervantes (1885). Tiene apariencia de novela, pero intercala, y son lo más interesante en ella, varios ensayos. Libros suyos, dedicados íntegramente a los ensayos, se llaman, Siete tratados (1882) y El espectador (1886).
«La política es el gran asunto de Montalvo como ensayista, pero también la cultura, la moral, su propia vida y sus dolores más íntimos. Era un panfletario feroz, de gestos olímpicos y odios tempestuosos; lo distinguía una lengua nítida y vigorosa, impregnado por lo mejor de la oratoria latina y los clásicos españoles. Sabía cómo fustigar y usaba la lengua con una alta responsabilidad ética, como lo demuestran sus Catilinarias.
La urgencia de su tarea no le impidió ser siempre, incluso cuando insultaba (hay frases suyas que podrían figurar en el Arte de injuriar, de Borges), un artista refinado y pulcro, uno de los prosistas de mayor virtuosismo y elegancia que haya dado América. Su cuidado por las formas expresivas, el brillo visual y la tenacidad rítmica de sus imágenes, la sentenciosidad lapidaria de sus cláusulas, hacen de él un precursor del ensayo tal como iba a cultivarlo el modernismo».
José Miguel Oviedo, Breve historia del ensayo hispanoamericano.
Fuentes:
excelente resumen de como fue el oleaje que llego hasta la orilla del Ecuador del Romanticismo a decir vedad estas paginas me ayudan mucho a enriquecer tanto mi forma de habla, de ver las maravillas de la vida y de la palabras.
gracias