COMANDANTE APARICIO BURBANO MEJÍA: PRESENTELiteratura EcuatorianaSergio Román Armendáriz

COMANDANTE APARICIO BURBANO MEJÍA: ¡PRESENTE!


FICHA
Burbano, Wilson. El canto del bisabuelo (6 de noviembre de 1991). Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, s/f., 24 páginas vigiladas por una portada ágil (de G. Mendoza) que representa, bajo la mirada del sol, al pueblo levantado en armas combatientes.





APROXIMACIÓN

El texto comprende un prólogo de Juan Viteri Durand quien, con ‘Unas pocas palabras’ (págs. 3-5) nos presenta el cuerpo del Poema (de Wilson, págs. 7-21) que se inspira en la hazaña bélica de corte liberal radical y en el anhelo de tranquilidad hogareña personificados por su ancestro Aparicio Burbano, dentro de una sobria edición que se cierra con la respectiva hoja de servicios militares que abarca el medio siglo que corre de 1849 a 1900 (págs. 22-24) con énfasis en catorce campañas, cifra que al azar corresponde a los segmentos de la composición que estoy comentando.

A continuación, los resumiremos numerándolos de tal modo que su lectura vertical dibuje levemente al ser humano:

1.- (El autor encuentra el nombre del protagonista)
2.- Y de inmediato confirma su presencia
3.- Y traza su fisonomía y su carácter
4.- Aunque nada queda hoy de él
5.- (Quizá sólo su ir y su venir por las batallas)
6.- Sin embargo, el gladiador amaba la paz
7.- Y amaba los paisajes donde
8.- Él enfrentaba, por deber, la muerte a cada rato
9.- Mientras en el hogar anhelan su retorno
10 (Aquí el bisnieto se identifica con su héroe
11 Cuando hace una pausa en el camino)
12 Entonces, pregunta por sus antepasados
13 Y enlaza fragmentos de sus conversaciones
14 En una casa de adobes besada por el llanto y la lluvia.

En estas catorce estampas se levantan múltiples voces (escondidas en los paréntesis 1, 5, 10-11) que subrayan un continuo fluir del enfoque épico que le facilita un aire de modernidad al conjunto (parecido a un guión de cine), lo cual encabalga nuestra historia patria con pinceladas antropológicas de la vida familiar en la provincia a veces iluminada con un tono periodístico entre fusiles y yataganes y la crin húmeda de un galope desbocado contra el páramo.


  
ANÉCDOTA

Me sorprendió la llegada de este título que la amistad hizo volar desde Quito en mi natal Ecuador hasta mi exilio en Curridabat de Costa Rica, publicación que a golpe de relámpago y metáfora recupera al explosivo y, a la vez, apacible personaje principal, este varón de cuarenta y tres y muchas más batallas, a quien la humildad rural, asimismo, seduce. Cito:

‘Él iba a la guerra / con la pasión de quien ansía una mujer’ (pág. 15).

‘(Él) se calma a veces (…). / Quisiera cortar el trigo de sus campos. / Pasear tranquilamente…’ (pág. 18).

Y este ejemplo y estas imágenes que han heredado los camaradas Wilson y Gandhi, fluyen y alcanzan a Ana Catalina y a sus descendientes leales en sangre y en ideas que siempre compartimos atrapando el cielo del origen, ese Carchi apenas curvado en aquella frontera con Colombia que una vez atravesé en una avioneta clandestina que parecía de juguete a punto de morirse de miedo junto al huracán que nace con el cóndor en los Andes. Allí donde nació Aparicio.



ESTRUCTURA

La obra exhibe un movimiento semejante a un ascender y a un descender de los cerros vecinos, una especie de respiración entre el derecho a la paz: ‘Le gustaba refregarse las manos / en la piel mojada de los caballos’ (pág. 12) y la obligación de marchar a la contienda: ‘La Columna era / un batallón de tigres desbordados…’ (pág. 20) que ‘… hablaban de una patria / sin tinieblas.’ (pág. 14).   

En la preceptiva clásica aprendimos a degustar un texto cuya sustancia temática surja venciendo los peligros de la retórica, inútil si es gratuita pero indispensable si expresa la idea fundamental que, en este caso, corresponde a esa lid tenaz por conquistar la libertad de coexistir en solidaridad y en justicia, proceso que impulsa al corazón a rebelarse y a luchar aunque en tal ausencia ‘(…) Angelita, su compañera  /  enredaba y desenredaba los días / esperando su regreso / (y así) se fue acabando… / (…) en cada luna nueva…’  (pág. 16).

‘El canto del bisabuelo’ transcurre sabio y veloz sobre el lomo del verso al igual que la utopía revolucionaria de Aparicio Burbano Mejía que, hoy, brilla en nuestras armas combatientes.

Bo. Dent, Montes de Oca, CR, 28 de enero, 2011

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