Augusto Sacoto Arias
¿Por qué los poetas pequeñitos de las ciudades de Groenland
nunca nos han contado
que los tiernos ojos de las nutrias
son los últimos restos de sus leyendas de algas?
De: Encuesta a los puntos cardinales
Nace en Azogues, el 18 de septiembre de 1907. Integró el grupo Élan. En 1940, fundó y dirigió junto con Jorge Reyes la revista literaria Mar del Pacífico. Estuvo vinculado a los grupos culturales más importantes de su generación. Mantuvo amistad con Ignacio Lasso, Atanasio Viteri, Augusto Arias, José Alfredo Llerena, Humberto Vacas Gómez, entre otros.
Fue poeta, ensayista, narrador y dramaturgo. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1942 con La furiosa manzanera, tragedia en dos actos. Publicó en revistas y periódicos de la mitad del siglo XX. Se estableció en la capital, desde donde seguía su camino literario. Según Rodrigo Pesántez Rodas, Sacoto Arias, “muere en medio de una total indiferencia intelectual en Quito en 1979”.
Sismo
(fragmento)
De pronto, en una pesadilla del sonido, se despertaron las campanas
de pronto, las sirenas violaron su horario;
de pronto, los clarines – casi lívidos – inauguraron sus gargantas
ágiles con la voz del espanto.
La ciudad tambaleaba.
La ciudad tambaleaba.
y sólo los sismógrafos sabían las noticias profundas de la Tierra.
La ciudad tambaleaba.
La ciudad tambaleaba.
y justamente en la hora en que más de un gendarme
sólo para sus sueños empleaba las señales de tránsito.
Nadie encendía aún el gran grito de alarma.
Nadie pasaba aún del umbral de la huída.
y el gran grito de alarma hirvió en todos los pechos,
cuando los habitantes
advirtieron:
que sólo un clima de manzanos les separaba por el Este
del ceño de azufre de un volcán.
y simultáneamente los barrios primitivos
– con esa arquitectura sencilla de los pájaros –
se caían de bruces.
Entonces,
desde alcobas con gardenias y lámparas,
desde buhardillas lóbregas,
hacia la paz del valle
los habitantes se precipitaron.
Para orientar la huída
disponían – apenas – de ese fulgor agónico
que proyectaban los tropeles de mujeres desnudas.
La ciudad tambaleaba.
La ciudad tambaleaba.
Hasta por el Este – punto cardinal único en el atlas
sencillo de la alondra-,
arremetiendo el sismo con sus sierras tremendas,
rasgó los bulevares,
rasgó las avenidas,
rasgó los seis parques, que ávidos esperaban el domingo de atriles.
Esbeltas torres góticas
estaban ya tronchadas,
con un destino análogo al de los girasoles.
Las torres de la radio
estaban ya tendidas,
pero hermosas y enérgicas.
Sus antenas clavadas en la Tierra jadeante
balbuceaban aún la señal de socorro.
Con nuestra poderosa voz joven de tierra y gente nuevas realiza la verdad inefable del suprarrealismo. El mandato interior, subconsciente, de imagen y emoción, se cumple en la poesía de Sacoto con una precisión, una pureza, una sabiduría perfectas. Habría que pensar en Alberti – el poeta que nos trajo los ángeles – para hallarle antecedente.
Pero Sacoto, poeta nuestro tiene además una voz de asombro inédito ante las grandes objetividades de la naturaleza: la voz épica.
Sacoto es una de las más claras y altas realidades de la poética del Ecuador contemporáneo.
Obras
EL PORVENIR DEL HUMO. Poesías, 1935. Sismo. Exhortación a la muerte (1940). Teatro: Velorio del albañil (1938); La furiosa manzanera (1943). Consta en las antologías: Los de Elan y una voz grande (Guayaquil s.f.); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990). Colaboración en AMERICA y otras revistas.
Ximena Flores Venegas
29-08-2013
Fuentes
Índice de la Poesía Ecuatoriana Contemporánea, Benjamín Carrión. 1937.