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María Guillermina García: mensajera de paz y guardiana de “Lo Eterno Femenino”

Aproximación a la historia de las mujeres por Ximena Flores Venegas. Quito, 09 de enero del 2024.

“Las mujeres amantes de la paz sentimos, pensamos y hablamos para esa parte de la humanidad que sabe amar, y el que ama tiene el privilegio de poder comprender. El reinado de la paz en América sería una de las formas más bellas, e inclusive, formas indiscutibles del dominio del espíritu, y dominando el espíritu hay florecimiento de cultura y civilización».

“Mensaje de paz», El Día (1935)

María Guillermina García Ortiz (1929)

María Guillermina García Ortiz, nació en Ibarra el 7 de agosto de 1901, época en la que las mujeres, especialmente en las provincias, enfrentaban barreras educativas insuperables. Sin embargo, su madre, la maestra Pastora Alejandrina Ortiz, rompió estos límites al instruirla y permitirle completar sus estudios en el Colegio Inmaculada Concepción.

La influencia fundamental de su madre y el apoyo de su familia desempeñaron un papel esencial en su formación. Desde temprana edad, su hogar se convirtió en un espacio donde la curiosidad intelectual floreció, allí se le proporcionó conocimientos prácticos y se sembró la semilla del interés por diversos campos del saber.

Fue en este entorno donde María Guillermina encontró el camino hacia la filosofía y la literatura, áreas que llegarían a definir su vida y carrera. Las conversaciones en el hogar y las lecciones de latinidad y literatura del sacerdote Francisco Aurelio Recalde no solo eran instrucciones educativas, sino también diálogos sobre las grandes ideas y las obras literarias que moldearon el pensamiento y la perspectiva de la futura educadora.

La familia de María Guillermina no solo proporcionó un sólido fundamento académico, sino que también cultivó un ambiente propicio para la exploración intelectual y el desarrollo de su «amor a la sabiduría». En este entorno, también creció Humberto García Ortiz, maestro, escritor e intelectual. Este apoyo temprano marcó el inicio de una travesía educativa y filosófica que la llevaría a convertirse en una figura destacada en Ecuador.

Al llegar a la edad adulta, llevó su búsqueda de conocimiento y oportunidades a Quito. Inmersa en círculos culturales e intelectuales, estableció amistad con destacadas maestras y literatos nacionales e internacionales. Su participación activa en recitales y veladas literarias revela una mujer que no solo ansiaba conocimiento, sino que también contribuía al florecimiento cultural de su tiempo.

“Montalvo y los Andes” (1932)

Como periodista, dejó una marca indeleble escribiendo poesía, ensayo y artículos históricos, literarios, biográficos, sociales y culturales para diarios y revistas ecuatorianas e internacionales. Su pluma se destacó en «Perfiles de leyenda» (1929), la disertación «Montalvo y su sentimiento religioso» (1932), con la que participó en una velada literario-musical para conmemorar el centenario de Juan Montalvo, «Mensaje de paz» (1935), «Canto a la juventud americana» (1945), «La substancia», «Los tiempos del verbo» y «El universo como estética» (1948), «Perfiles» o Auto perfil (1954), «A Jesús en el calvario», «Canto a la liberación de París», entre otros.

Su paso por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central del Ecuador, donde obtuvo el título de maestra de segunda enseñanza, la consolidó como educadora y mentora, dejando una impronta significativa en sus alumnos de colegios y posteriormente en la misma universidad que la había educado.

María Guillermina, apasionada lectora desde temprana edad, fue más allá y dominó varios idiomas, incluyendo francés, latín y griego. Este conocimiento multilingüe le permitió sumergirse en los trabajos originales de autores clásicos, desde Sócrates y Platón hasta Homero y Virgilio. Además, revisó y admiró las obras de «Santo Tomás, Shakespeare, Goethe, Spengler, Hegel, Dostoievski, Kant, Spinoza, Nietzsche, Heine, Verlaine, Musset, Lamartine, Espronceda, Cervantes, Baudelaire, Herrera y Reissig, Frank, Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Sin dejar de lado disfrutar de las composiciones musicales de Chopin, Beethoven, o las pinturas de los grandes maestros».

Tesis Lo Eterno Femenino presentada el 15 de octubre de 1946.

En 1946, presentó la tesis Filosófico-Literaria Lo Eterno Femenino, una obra pionera que fue elogiada por el tribunal que la evaluó, mismo que sugirió su publicación. En este estudio exhaustivo, probablemente influenciado por La mujer eterna (Die emige Frau), 1934 de Gertrud von Le Fort, María Guillermina exploró la figura femenina en dimensiones temporales, espaciales, artísticas, literarias, filosóficas y estéticas. No solo analizó figuras bíblicas, sino que también llevó a cabo traducciones directas del griego de tragedias como Las Euménides de Esquilo y Antígona de Sófocles.

Además de su contribución académica, participó activamente en el Comité Ejecutivo del Movimiento Antinazi de Ecuador (MPAE-MAE) en los años cuarenta. Su incursión en el ámbito internacional incluyó su asistencia al Curso de Verano de la Universidad de Buenos Aires en 1948, resultando en el conmovedor ensayo «La pampa argentina».

En 1951, el Gobierno de Francia reconoció su valía otorgándole una beca para estudiar Filosofía, Filología y Gramática Comparada en la Universidad de la Sorbona. Su partida en París el 9 de enero de 1952, apenas unos meses después de iniciar su curso, dejó un vacío en la comunidad intelectual.

En 1969, la Casa de la Cultura Ecuatoriana publicó su tesis, Lo Eterno Femenino, obtenida de la copia que la autora guardaba entre sus papeles. El prólogo escrito por Augusto Arias resalta no solo la obra en particular, sino también a la autora y la extensión de sus escritos.

Publicación dedicada a María Guillermina García a un año de su fallecimiento.

Esta destacada escritora mereció tras su muerte el reconocimiento de varios intelectuales del país, en la Corona fúnebre dedicado a la memoria de la Señorita Doña María Guillermina García Ortiz (1953), y en otras revistas y periódicos se plasmaron palabras, poemas, estudios de sus obras por parte de Augusto Arias, Humberto García Ortiz, María Ramona Cordero, Rigoberto Cordero, Enrique Carrera Castro, Francisco Gómez, Paquita Gómez, Gustavo Alfredo Jácome, Raúl López, entre otros.

A pesar de los homenajes póstumos, como premios anuales, calles y escuelas con su nombre, la figura de María Guillermina García, maestra, intelectual, escritora y traductora imbabureña ha perdido visibilidad con el tiempo. A más de 70 años de su fallecimiento, es necesario recuperar su vida y legado para que nuevas generaciones se inspiren en esta valiosa mujer, cuya contribución trasciende su propia época.

Fuentes:

García Ortiz, María Guillermina (1932). Montalvo y su sentimiento religioso. Ibarra, Imprenta El Comercio.

—– (1946). Lo eterno femenino. (Tesis). Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Central del Ecuador.

—– (1954). “Perfiles”. Revista, Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de Imbabura. Tomo 1, No. 1. p. 44.

—– (1969). Lo eterno femenino. Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Antología de poetas de Imbabura. (1955). «María Guillermina García Ortiz». Ecuador: Editorial LaSalle. p. 126.

Zumarraga D. (1982). «María Guillermina García Ortiz». Poesía imbabureña. Ecuador: Publicaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo de Imbabura. p. 55.

Flores Venegas, Ximena. (agosto, 2022). «María Guillermina García. Maestra, intelectual, escritora y traductora imbabureña». Letras de Imbabura. Órgano de difusión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Imbabura. Año 26. No. 104. p. 7.

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