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Realismo Social e Indigenismo

“Y guardo para mí un anhelo profundo:
El de sumarme un día a la legión de los anónimos,
sin nombre, sin imagen, sin historia personal,
sólo un canto de amor y paz que el viento
lleva hacia un mundo de hermanos”

Atahualpa Yupanqui

El indio ecuatoriano (portada), 1922. 

En las primeras décadas del siglo XX, surgieron en México, Perú, Ecuador, Bolivia, países de Centro América, entre otros, movimientos culturales y artísticos que en política, literatura, pintura y otras manifestaciones, ponían en valor al oprimido, a las clases obreras y marginadas; al indio, al cholo, al negro, al montubio. Nacían el Realismo Social y el Indigenismo.

El primer representante en la literatura ecuatoriana de lo que se denominó indigenismo, fue Pío Jaramillo Alvarado, quien con su libro El Indio ecuatoriano: contribución al estudio de la sociología nacional, publicado en 1922, rescata al sector más olvidado y marginado del Ecuador de esa época y pone de manifiesto los valores de esa cultura, mostrando por primera vez a un sector del pueblo del que poco se había querido saber. 

Surge la necesidad de retratar al indígena, su cosmovisión, su realidad, su desgracia; es una “denuncia social” hacia la discriminación. En los siguientes años vemos al indio como objeto de estudio por parte de los científicos, antropólogos, sociólogos y de los artistas, quienes quieren saber cómo vive, qué hace, sus ritos, costumbres, todo, para así, poder escribir sobre él, pintarlo tal y como es y plasmarlo totalmente.

Día laborable (1932), Camilo Egas.

Se considera que la primera novela indigenista del Ecuador que representa estos nuevos valores es Plata y bronce de Fernando Chaves publicada en 1927. Ya antes, Juan León Mera había escrito Cumandá o Un drama entre salvajes (1879), que hace una descripción detallada del país, así como la de sus costumbres y de cierta manera presenta en su trama la explotación al pueblo indígena. Pero es más tarde, en la novela Huasipungo (1934), de Jorge Icaza, en la que se muestra de manera contundente la realidad del indio.

Han pasado 100 años desde que este deslumbramiento se produjo, en la que líderes sociales, políticos  y artistas reivindicaron a los pueblos marginados, sin embargo casi nada ha cambiado. Las novelas y cuentos de los que tenemos varios ejemplos sirvieron de ventana para mostrar una realidad que de cierta manera sigue existiendo. En especial la del pueblo indígena que ha sido relegado al campo, al páramo, a la Amazonia.

Velorio (1922), Camilo Egas.

Desde un inicio, la sociedad ecuatoriana está fragmentada y polarizada, pero presenta una fachada de unidad nacional, integración, y ciudadanía universal que oculta las agudas diferencias sociales. La adopción de la imagen del indio no es un signo de democratización, sino una muestra de que los elementos exóticos podían ser integrados a la nación, siempre y cuando estuvieran moldeados de forma en que no significaran una negación de lo nacional, sino un aporte no-problemático a la identidad uniforme.”

Desde lo político durante el siglo XX tuvimos a los redentores de los derechos del indio, desde lo cultural, los artistas que pintan al oprimido, aquellos que en sus novelas denuncian su situación, hacen visible la realidad, así, todo se mantiene en el discurso. Obras pictóricas conocidas mundialmente, novelas premiadas y traducidas a varios idiomas, versos y música que alaban lo aborigen. Pero el indio es solo el objeto que me sirve en ese momento de plataforma, porque si es él quien levanta la voz y reclama por sus derechos, si es su visión la que habla de la realidad que vive, si es él quien escribe desde su perspectiva, empieza a convertirse en un ser incómodo para la sociedad. Si en su momento, los mismos artistas – no indígenas – se vieron relegados por la sociedad por los temas que trataban en sus obras, qué habría sido si los mismos protagonistas (indios, cholos, montubios, obreros, marginados), se atrevían a ser parte activa con sus propias obras de esa sociedad artística y política.

“El indigenismo era una ideología propia del contexto histórico que se vivía, pero no correspondía a un sentimiento propio de los llamados indios”.

De la época del Realismo Social y el Indigenismo que en el Ecuador se manifestó de manera más clara entre los años 1930 a 1945, tenemos las obras de Pablo Palacio, José de la Cuadra, Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert, Jorge Icaza, Alfredo Pareja Diezcanseco, Fernando Chaves, Adalberto Ortiz, Humberto Salvador, Atanasio Viteri, Enrique Terán; Jorge Fernández, G. Humberto Mata, Alfonso Cuesta, Angel Felicísimo Rojas, entre otros. Estos autores siempre serán el referente en el que podremos conocer la realidad de aquellos años y compararla con la que existe hoy en día.

Ximena Flores Venegas
27-10-2019

Fuentes

Un comentario en «Realismo Social e Indigenismo»

  • Convendría reflexionar por qué un pueblo tan numeroso como el indígena, con tanta riqueza cultural y capacidad de trabajo, con plenos derechos según nuestra constitución actual, permanece en el mismo estado de miseria e ignorancia que en el siglo pasado.
    Teo

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