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La cinta de los sueños marchitos

*Especial por el centenario de la muerte de M. A. S.

Diez de junio (1919)

Un palimpsesto es nuestra vida: 
Dios en él borra, escribe, altera… 
mas la última hoja es conocida: 
una cruz y una calavera…

de Canción de tedio 


Retrato de M. A. S.

Iba vestido de negro, como casi siempre, zapatos de charol bien lustrados y pañuelo de seda en el cuello, en su mente los pensamientos que le perseguían desde hace tiempo; la extraña visita, el último sueño, la enmascarada, la bella tentación de darse muerte. ¿Era acaso justo que en ese preciso instante tuviera en sus manos un arma? ¿Por qué volver a la casa de la joven que no entendía los mensajes ocultos en sus poesías? El amor no correspondido fue un pretexto, Medardo Ángel Silva, como los de su generación heredó un mal extraño para el que solo existía una cura. 

Los dos somos distintos: tú llevas traje largo,
yo cambié mi sonrisa con un rictus amargo;
después de los dieciocho pienso de otra manera:
ya no creo en la Gloria, probable o venidera;
eso sí: sigo haciendo mis versos cada día.

de El encuentro 



Rosa Amada Villegas (1919)

Solicitó hablar por cinco minutos a solas con su Amada, al encontrarse los dos en la pequeña sala, le pidió varias veces que se acercara, que le atendiera, cuando ella se disponía a hacerlo sonó el disparo. Las cosas en ese instante debieron pasar a una velocidad incontrolable, ella aturdida solo atinó a decir “Medardo”, la casa se llenó de gente, familiares, amigos, la madre del poeta que fue informada de que su hijo “acababa de darse un tiro”, los curiosos, el comisario Savinovich. Luego las horas de la madrugada del 11 de junio se volvieron interminables. La meteórica carrera del poeta, cronista, crítico, editor, se truncaba pero desde esa noche fatal, hace cien años, M. A. S. encontró la inmortalidad.

Y habrá un sol que ilumine 
mi cuerpo —ya sin alma—, negra copa 
vacía de una esencia de infinito… Y el sueño 
será definitivo…

de Después 

Once de junio (1919)


 

Los diarios se apresuraron a publicar sus notas, los corresponsales a enviar los telegramas, al siguiente día y los posteriores se difundió la noticia, todo el país se enteró de su muerte. No faltaron las páginas con homenajes, la reproducción de sus escritos, los textos sentidos por la pérdida de El mimado de las musas e hijo del Parnaso Ecuatoriano de la Época.


Ese mismo 11 de junio, el féretro de Medardo Ángel Silva cargado en hombros, salió de la casa materna hacia el Cementerio seguido de un impresionante cortejo fúnebre. Poetas, escritores, amigos, admiradores, alumnos; lo acompañaron hasta la bóveda 957-A donde el sueño es definitivo. Allí discursos y lágrimas, una madre sin un hijo, una hija sin su padre, un pueblo sin su poeta, una generación que acogía la muerte como salvadora.

Obituario de Medardo Ángel Silva

Flotó un perfume de yacentes lilas… 
¡y ante la inmensidad de tus pupilas 
dejé mi corazón entre tus manos!

de Hora santa



“Vistos: de los autos aparece que no hay infracción, pues está acreditado que el Sr. don Medardo Ángel Silva atentó él mismo contra su vida, consumándose así la muerte…” 

Decreto semi-final del proceso (22 de julio de 1919).


Sobre lo sucedido el 10 de junio de 1919 existen varias hipótesis, la aceptada oficialmente es que Medardo Ángel Silva se quitó la vida de un disparo en la sien derecha con un revolver Smith Wesson calibre 32. Las que se han hilado desde ese momento dicen que no pudo haberse disparado por la ubicación del orificio, que no existía  rastro pólvora en su mano derecha, que fue asesinado por algún enemigo amparado por la oscuridad, todas las que de alguna manera han contribuido a crear una leyenda alrededor de su muerte.

Diez de junio (2019)


Y pregunté a la mágica sibila: 
—¿Un constante recuerdo, un vago aroma 
de sueño extinto, de ternura muerta, 
como la suave estela de un perfume, 
quedará de mi paso por la vida, 
entre los hombres?… 

Y la Maga dijo: 
—Algo menos: la sombra de una lágrima.

de La sombra de una lágrima


Después de 100 años en los que la figura de Medardo Ángel Silva ha pasado de generación en generación como uno de los más grandes exponentes de la literatura ecuatoriana, sus poesías se han convertido en canciones y se siguen recitando, se han hecho películas sobre su vida y se ha publicado su obra. Se le han hecho esculturas, se han bautizado calles con su nombre y se lo recuerda cada año en homenajes. Más allá de la imagen creada por él mismo en vida y luego de su muerte por el imaginario popular ¿cuál es su legado?


Sin duda y frente a otras cosas, nos hereda la genialidad de su pluma, sus poesías y narraciones, las crónicas que nos recuerdan al Guayaquil de los años 20, instantáneas de una época, su crítica literaria y mucho más. Lo teatral de su muerte muy al estilo de Jean d’Agrève quizás liberó su alma presa pero mientras alguien lea uno de sus versos M. A. S. no será efímero y fugaz.


Ximena Flores Venegas
10-06-2019


Fuentes

Romero Castillo, Abel (1983) Medardo Ángel Silva, vida, poesía y muerte. Guayaquil: Banco Central del Ecuador.
La memoria de Guayaquil (facebook)
(1919, 11 de junio) El Comercio; (1919, 12 de junio) El Comercio (Aportes de Neal Moriarty)
(1919, 11 de junio) La trágica muerte del poeta Medardo Ángel Silva El Telégrafo
(1919, 14 de junio) El Oriental


Un comentario en «La cinta de los sueños marchitos»

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