En qué se halla Sergio…
Contamos historias para explicarnos la vida. Queremos creer que todo pasa por alguna razón. El ser humano lleva muy mal el absurdo, el azar, el fatalismo. Por eso inventan cuentos los escritores y guionistas. Aunque cada vez más disimulada, la moraleja sobrevive en las historias, porque la estructura de la historia es nuestro mensaje: en dependencia de cómo la contemos o la terminemos, el mensaje será distinto. El cine rompedor juega precisamente a eso: el cómo es parte de la losofía de vida de una película; la forma es el fondo. ¿Aprender de la vida parece su ciente motivo para vivir?, ¿o el sentido de la vida es aprender? Se da, pues, la paradoja de que la vida merece la pena si se puede contar. Escribir historias de cine daría en sí mismo sentido a la vida.