Humberto Fierro Jarrín
Nació en Quito, 17 de junio de 1890. Dedicado desde la adolescencia a la lectura, conoció más que nada a los autores orientales. «….encerrado en su casa de Quito en una habitación sobria y elegante en donde predominaban los libros, o por temporadas en Miraflores en Cayambe, pasaba épocas hasta de seis meses en que se dejaba crecer el pelo hasta los hombros y en que producía en prosa y en verso para terminar quemándolo todo».
Introvertido por naturaleza, vivió apartado de todos y de todo, la libertad se convirtió en su estandarte tras rebelarse de aquellos modelos con los que había sido educado. Gustaba de lecturas filosóficas, de la paz y la soledad. “Centró toda su dedicación en la poesía, la música y la pintura”.
Leyó a los parnasianos y simbolistas franceses, hizo amistad con Arturo Borja y Ernesto Noboa y Caamaño, con quienes exponía su sensibilidad en tertulias y cafés. En “El Laúd en el Valle”, una de sus obras, nos encontraremos con “El más perfecto y personal de los modernistas ecuatorianos”
«Humberto Fierro es, dentro del grupo Modernista, el poeta del concepto acabado, profundo y con atisbos filosóficos. Junta a esa cualidad el de ser el estilista de la música perfecta dentro del verso, música, desde luego, no rítmica como la de sus otros compañeros, sino implícita dentro de la idea debido a la ausencia de la sinalefa, licencia requerida para la flexibilidad armoniosa directa. Escribe dentro de una métrica libre pero también clásica; revive el romance octasílabo y el de arte menor».
Fue el último de los decapitados en partir, seguramente aquellos con quienes se identificó por el tedio de la vida le estarían aguardando. A partir de 1920 lleva una vida bohemia, la muerte lo traslada a su ideal “valle de las fuentes y las flores” el 23 de agosto de 1929, a los 39 años.