Dolores Veintimilla Carrión
“Acábese, por Dios, nuestra criminal indiferencia respecto de las mujeres; alentémoslas, saquémoslas a la luz para que fueron creadas, sentémoslas a nuestro lado y busquemos en ellas la mejora de nuestra propia condición.”
Juan León Mera
Dolores Veintimilla Carrión, nace en Quito, el 12 de julio de 1829, época de luchas revolucionarias y guerras civiles. Mujer de alma libre y gran sensibilidad es el ejemplo vivo del espíritu romántico que ella anticipa en el país.
Su vida y obra están cruzadas permanentemente por la sombra de la incomprensión y la intolerancia. Su espíritu rebelde y su hipersensibilidad la elevan a la categoría de heroína romántica y trágica, a la vez que la predisponen al sufrimiento y a la maledicencia de la sociedad.
Casada a los 18 años con el médico Sixto Galindo, se traslada a Guayaquil y luego a Cuenca, en donde se queda junto a su hijo Santiago en espera del marido quien tiene que salir de viaje fuera del país. Organiza tertulias literarias en las que departe con los personajes intelectuales de la ciudad, mismas que motivan murmuraciones sobre su comportamiento. La situación se complica cuando, en abril de 1957, Dolores, por medio de una hoja volante que es conocida como Necrología, defiende a un indígena condenado a muerte bajo la acusación de parricidio. (Y este parece ser el primer alegato en Ecuador contra la pena de muerte, vigente entonces).
Se multiplican entonces las calumnias y los maltratos contra la escritora, quien es tildada de inmoral, atea, panteísta. Muere en mayo de 1857, tras ingerir cianuro. No cumple aún los 27 años de edad. Deja una nota de despedida a su madre en la que dice:
No la entierran en Campo Santo por su forma de muerte, según la investigación realizada en 2005 por la revista “Tierra Incógnita” los restos de la escritora habrían sido enterrados en Supayhuaico (Hueco del diablo), Cementerio de los Pobres, junto Cementerio General de Cuenca. Después de un tiempo llegó el Dr. Galindo quien finalmente luego de un juicio, logró sentencia favorable, los restos de Dolores Veintimilla fueron trasladados a un cementerio.
Fragmentos que construyen su mito
EXPRESO
En la mira
Entre la leyenda y su realidad
“Perdón una y mil veces. No me llore. Le envío mi retrato, bendígalo: la bendición de una madre alcanza hasta la eternidad. Cuide de mi hijo y déle un adiós al desgraciado Galindo. Me he suicidado”.
“Era su carta de despedida, a los 28 años. La poetisa Dolores Veintimilla le puso fin a su vida en 1857, agobiada por la infidelidad de su esposo, pero, cuenta la leyenda, que su espíritu quedó atado a un sillón ahora corroído por el tiempo.
Lidia Rodríguez de Abad Valenzuela adquirió esta antigüedad hace 50 años, en Cuenca, y lo mantiene en la sala de su casa en el Barrio del Centenario. El anticuario que se lo vendió lo advirtió: ningún hombre debe sentarse allí porque la poetisa “a eso de las dos de la mañana le hace horrores”.
Cuando aquel político, del que prefiere reservar el nombre, creyó que se trataba solo de una historia creada para causar miedo y se sentó en él, sintió su presencia. “En la madrugada creía que le halaban los pies, que lo tocaban y que le hablaban. Estaba desesperado”, cuenta Lidia de Abad. El ex presidente José María Velasco Ibarra, amigo de la familia, no se arriesgó. Con un tapiz azul, este sillón destaca por su historia entre las decenas de objetos de esta multifacética mujer que fue directora del Museo Municipal de Guayaquil por una década.
En su domicilio está también la campana de oro y bronce con la que Dolores Veintimilla convocaba a los poetas al parque, a las diez de la noche, para sus reuniones culturales…”
2009/11/25
Fuente:
NO ME GUSTO
¡Gracias!
Fascinante:)
Me sirvio
Hermosa Dolores que nació en el tiempo equivocado y conoció a la persona fatal. Su legado inmortal nos queda.
Muy interesante. Me ha hecho reir el anécdota de la silla. Velasco Ibarra, amedrentado por una "fábula" FABULOSO.
Gracias por compartir